Desde hace más de dos décadas, he trabajado con un solo lienzo: el cuerpo de la mujer. Durante 20 años he diseñado prendas íntimas, y en los últimos 15, la lencería se ha convertido en mi lenguaje más poderoso.
Mi camino no comenzó con una fascinación por la moda, sino con una pregunta personal, una búsqueda interna que muchas mujeres comparten. Como tantas, crecí cargando una "huella invisible de abandono" y una voz que me susurraba “patito feo”. Esa idea se aferró a mí, pero en lugar de dejarme definir por ella, la convertí en mi propósito.
Decidí que mi profesión sería una forma de sanar. Así, me convertí en diseñadora, y en el proceso de reconciliarme con mi propio reflejo, encontré mi misión de vida: dedicarme a la lencería.
Diseñar lencería es diferente a diseñar cualquier otra prenda. Requiere una sensibilidad especial hacia las inseguridades, los miedos y los deseos más íntimos de cada mujer.
He visto la misma historia repetirse una y otra vez. Una mujer se mira en el espejo con una prenda hermosa y la rechaza. No porque la prenda sea imperfecta, sino porque la mirada que tiene sobre su propio cuerpo está nublada.
No se mira. Se juzga.
Se desconecta de su sensualidad.
Y, a veces, se avergüenza de sí misma.
La Experiencia RA: Antes de Comprar, Hay que Sentir.
He pasado años construyendo espacios donde las mujeres se sienten seguras para explorar su sensualidad. He visto a mujeres comprar su primera prenda sugestiva, volver por más, y experimentar una transformación. Pero el verdadero cambio nunca vino del encaje o la seda. Vino del momento en que su mirada cambió.
Ahí entendí el secreto: antes de pensar en comprar lencería, tienes que reconciliarte con tu propio cuerpo.
Por eso, yo no vendo lencería. Mi propósito es acompañar a las mujeres a reconectarse con su belleza y su sensualidad.
La Experiencia RA Boudoir no es una sesión fotográfica. Es una herramienta para transformar tu mirada. Es un regalo que te haces a ti misma.
No te prometo fotos hermosas. Te prometo un recordatorio de la mujer poderosa y sensual que siempre has sido.
Después de vivir esta experiencia, te invito a salir y comprar algo para ti. Luego, pregúntate: ¿Lo elegiste igual que antes?

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